por Robin D. Laws
Cuando las impresionantes fotografías tomadas por Harry Burton del descubrimiento de Tutankamón por la expedición Carter en 1922 se exhibieron recientemente en el museo Ashmolean de Oxford, una de las copias no fue considerada para su exhibición.
Aquellos de ustedes que tengan una alta calificación en Mitos de Cthulhu saben que Nitocris, posible última faraona de la sexta dinastía, se convirtió en un gul después de su muerte. Así que tal vez no les sorprenda saber que Burton, un fotógrafo del Museo Metropolitano de Arte en deudas con Carter, tomó una imagen en la que se puede ver claramente su contorno borroso. Nitocris se introdujo en la imagen que tomó Burton de estatuas guardianas en una cámara funeraria exterior. Burton, absorto en su composición, la vio solo después de revelar la imagen. Su concentración probablemente lo salvó de un destino espantoso.
¿Por qué Nitocris rondaba por la tumba de Tutankamón?, se preguntarán. ¿Quién crees que administra las antiguas maldiciones de los faraones contra los saqueadores de sus tumbas?
La fotografía, la primera que se toma de este gul particularmente numinoso, capturó una parte de su esencia espiritual. Aquellos que miran la imagen durante demasiado tiempo forman un vínculo involuntario con Nitocris. No importa en qué parte del mundo se encuentren, la reina gul envía a sus secuaces. Los individuos considerados valiosos para la comunidad gul son devorados y excretados como guls recién renacidos. (Sí, así es como funciona el proceso. Tus otras fuentes lovecraftianas han sido demasiado gentiles para decírtelo). El resto está marcado para su consumo posterior, después de que mueren.
Volvemos a la época de la campaña, en los años 30. Nathaniel Stonebridge, profesor de egiptología de la Universidad de Nueva York, ha descubierto el secreto de la fotografía. Impulsado por una sed desmedida de conocimiento, quiere ser el primer mortal en presenciar y documentar la horrible ceremonia de renacimiento mediante la que Nitocris trae nuevos demonios a su rebaño. Para ello, ha conseguido acceder a la imagen suprimida de Burton, que normalmente se guarda en la bóveda más segura del Metropolitano. Al amenazar al archivista del Metropolitano, Norman Lanning, con la revelación de ciertos detalles de su desagradable vida privada, Stonebridge le ha conseguido que haga nuevas copias del negativo. Stonebridge las ha estado haciendo circular entre sus numerosos enemigos en el mundo ocultista, con la esperanza de que Nitocris elija a una de ellas y pueda ver cómo sucede todo.
Desde que dejó que Stonebridge hiciera nuevas copias del negativo, Lanning ha desaparecido. Sus superiores, temerosos de que la imagen de Nitocris haya caído en manos equivocadas, se acercan a los investigadores para averiguar qué le ha pasado exactamente…
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