por Noah Lloyd

“Un hombre, mortal, mira hacia el mundo venidero…”
Un poeta poco conocido que pudo haber alcanzado un gran talento. Nació en Forrest Court, Berwick, Escocia, en 1899, hijo del vigilante del peaje de Lochbridge. Se educó en la escuela pública y frecuentaba la biblioteca donde, imagino con cariño, leía a los románticos y componía sus primeras torpes estrofas.
Su mejor obra temprana fue una serie de poemas cortos de amor a Naomi, posiblemente Naomi Hay, hija del policía local, aunque no hay constancia de compromiso ni matrimonio.
En septiembre de 1921, recibió el encargo de un terrateniente local, ¿posiblemente Sir Walter Hamilton-Dalrymple?, para escribir una oda laudatoria al Burgh Golf Club, que se grabaría en la placa de la casa club. Le ofrecieron la principesca suma de una guinea, lo que debió de causarle gran emoción.
Se dirigió a la isla de Islay, quizás en busca de inspiración, donde fue encontrado ahorcado en su habitación, tras haber escrito el poema que figura a continuación: un verso extraño, muy inusual. Desconocemos el motivo de su suicidio. Quizás Naomi lo rechazó, o quizás hubo una razón más siniestra. Se dice que las aguas locales están infestadas de extrañas criaturas grises, llamadas con un nombre que alude, en un dialecto cercano, a Satanás: los andrajos.
El mar no habla y sin embargo…
No puedo dormir. Escondo mi cara
de las olas, el oleaje y el viento
desde que a los hombres grises oteara
que cada noche me hacen sentir su aliento.
El pueblo se agazapa en la penumbra empapada
envuelta en la niebla marina, gris.
Y ay, las olas, ay, las olas
llegan impetuosas, desde lejos hasta aquí.
Cuando todas las puertas están cerradas
y todas las cortinas corridas,
es entonces cuando llegan, invisibles, sus pisadas.
Abandonadas. Olvidadas. Desamparadas.
Los viejos saben que no deben mirar ni una vez.
Los jóvenes en la cama se encuentran.
Pero yo, con mi solitaria y cínica altivez
y la ciencia en mi cabeza,
miré. No volveré a mirar.
Porque aún los veo pasar,
los rostros hundidos bajo el mar
en la niebla tras el cristal..
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