Disculpad, ¿podríamos hablar de otra cosa?

Para quien no sepa de sistemas de gestión de la mesa, la Tarjeta X es una herramienta la mar de simple. Tiene un protocolo integrado un poco más complejo, pero en resumen es una tarjeta con una X dibujada que se pone en el centro de la mesa durante una partida de rol. Si algo de lo que está ocurriendo en mesa produce incomodidad a alguien, la puede invocar para dar marcha atrás en la narración o pedir una modificación. Estas peticiones deben ser acatadas por el resto de la mesa sin rechistar.

Como veis, la Tarjeta X  (que no es el primer sistema de gestión de la mesa, pero sí el más extendido) solo quiere dar un empujón a alguien que no tenga las herramientas sociales adecuadas para decir “ey, esto no me gusta, ¿podríamos hablar de otra cosa?”. Igual que si estás en un bar y se trata un tema que te resulta sensible y pides a los demás que no lo hagan. Si estás en un bar y lo pides, lo normal es que el resto cambie de tema (o que cambies de amigos rápido), por lo tanto no se hace necesaria una Tarjeta X. Si es así, ¿por qué debería serlo en una mesa de juego?

Bueno, para empezar, porque nos guste o no en una partida de rol hay un sistema jerárquico. El Director de Juego tiene más poder que el resto en la historia, maneja más personajes, propone los tonos y otorga los turnos para que el resto hable. Esto hace que, en mayor o menor medida, asumamos que es el DJ quien debería parar a los demás, que es el árbitro que debería parar todos los problemas. Si algo te incomoda, miras al DJ y asumes que su respuesta es la correcta. Pero esto es falso; tú puedes actuar también. Todos tenemos responsabilidad para que, como en una charla de bar, tengamos un buen ambiente. La existencia de la Tarjeta X es, simplemente, un recordatorio de esto.

Para continuar, y siguiendo con el símil de la charla de bar, los jugadores pueden hacer derivar la partida a otros lugares. Empezáis a hablar del Coronavirus y de repente la conversación ha derivado a restaurantes de comida asiática. Eso no es malo, pero una partida de rol tiene una intención narrativa y cambiar de tono puede romper por completo la campaña. Tener una manera poco agresiva de decir al resto que se centren en lo que está ocurriendo en mesa es una gozada.

El problema con la Tarjeta X no es lo útil que es para estas situaciones, sino que siempre está presente. Está ahí, en el centro de la mesa, a la vista de todos, dejando claro con su simple existencia que… existen problemas. No es malo visibilizar los problemas porque permite encararlos, intentar resolverlos PERO cuando nos sentamos a jugar no estamos buscando problemas (al menos en la vida real) sino disfrutar de una ficción. La Tarjeta X nos saca de ahí y convierte la meta-narrativa en parte integral de la velada. Esto quizás es un poco difícil de entender, así que vuelvo al bar.

Imaginad que aparece el camarero a pedir la comanda y alguien dice que quiere una ensaladita, que se ha hecho vegano. De repente, el ambiente se enrarece. La Tarjeta X es como ese vegano en la hamburguesería. No es que nadie vaya a decir nada conflictivo, pero hace patente la posibilidad de que eso ocurra. Es muy fácil que la conversación derive a ese tema, y no por maldad o presión, sino porque la sociedad está muy polarizada en ciertos temas.

Sea como sea, la presencia de ese elemento en la mesa desestabiliza la charla. No debería, y para aquellos que han normalizado la situación no afectará, pero para el resto la conversación se convierte en un campo de minas. A largo plazo lo suyo sería normalizar las cosas que son normales, pero mientras, produce incomodidad. Mucha gente rechaza entonces la Tarjeta X por considerarla un elemento desestabilizador, en vez de normalizador. Un ataque a quien ellos son, en vez de una herramienta para aquellos que no tienen voz. Es una pena que estemos todavía en este punto pero, en cualquier caso, tenemos una respuesta para ellos.

En la sección de descargas de la web acabamos de poner una herramienta de gestión de la mesa llamada “El mando a distancia”. Es una herramienta muy sencilla. Cada jugador tiene un mando a distancia (como el de la tele) para poder incidir en el tono de la partida. Pueden pedir que se alarguen escenas que estén disfrutando, o que se acorten otras. O que se repita porque no me he enterado de algo. O que tal jugador hable más porque es fascinante. O también, como una cosa más, sin mayor importancia, pedir que de algo concreto no se hable.

Pasad y miradlo. Creemos que cumple todos los requisitos para ayudaros a gestionar la mesa sin producir ningún tipo de incomodidad a nadie. Disfrutadlo y llevadlo a jornadas, regaladlo a amigos y probadlo por curiosidad. Además está licenciado en Creative Commons CC-BY, así que como si queréis imprimirlas en cartón troquelado y venderlas al por mayor.

Haced lo que queráis con ello, pero como mínimo pasad y miradlo. Creo que os sorprenderá.

Descarga el mando a distancia aquí: MANDO A DISTANCIA

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