531. Pícnic y La Convención, semillas para Esoterroristas

Como cada lunes desde hace una temporada vamos dando pinceladas del Libro del Horror Incesante a base de semillas de aventuras sacadas de las criaturas que e el libro se exponen. Esperamos que os gusten y si os sirven para hacer una pequeña aventura dentro de alguna campaña, como La Redención de Albión, estaríamos encantados.

Pícnic

Declaración captada por el equipo de Análisis de Trafico Electrónico de la Ordo Veritatis. Obtenido en el cuartelillo de la Guardia Civil de Torrelaguna. Quedamos a la espera de ver el informe final para enviar a un equipo de campo.

Hoy, como muchos domingos en esta época del año, nos levantamos prontito, preparamos unos bocadillos y con los peques aún a medio despertar salimos hacia la sierra, más concretamente el hayedo de Montejo. Vivimos en Alcobendas así que en un poco más de una hora estamos en el sitio.

Normalmente solemos ir por la Senda del Mirador porque es la más llana y los peques no se nos cansan, pero hoy, no sabemos porqué hemos cambiado la ruta. Hemos ido por la Senda de la Ladera, es una zona preciosa, primero se sigue el linde del rio para después subir por la ladera paseando por mitad del bosque. Como su nombre indica está lleno de hayas pero también encontramos otro tipo de vegetación como son el pino silvestre, los melojos y  los endrinos, haciendo un mosaico espectacular de colores y siendo un regalo para la vista.

Nos estaba encantando la ruta, aunque si es cierto que para los peques es un poco durilla, por eso hemos decidido descansar saliéndonos del camino unos cuantos metros. Estiramos la manta y descansamos estirados y con la tranquilidad de los sonidos del bosque. Los peques están acostumbrados a pasear por el bosque así que tampoco les hemos vigilado demasiado, no se suelen alejar.

Después del descanso hemos sacado todo para comer y hasta ese momento no nos hemos dado cuenta que los niños no estaban, puede parecer que somos malas personas, pero esta paz es tan necesaria, ellos no paran quietos y de verdad que no somos malas personas.

En ese momento nos hemos preocupado un poco, les hemos llamado y como no contestaban hemos salido en su búsqueda, en pocos minutos los hemos encontrado sin más, estaban volviendo de su paseo y no contestaban porque como estaban volviendo… yo personalmente me he quedado con las ganas de darles un tortazo pero no lo he hecho nunca y con la calma pienso que tampoco era para tanto.

Comimos con normalidad dejando la situación como una anécdota que les contaremos siempre en reuniones familiares, por último un yogurt y a correr otra vez, pero al darle la cuchara vimos que la más pequeña llevaba puesto un anillo, un anillo que le venía enorme a sus pequeños deditos, le preguntamos de dónde lo había sacado y mientras los pequeños se peleaban por el turno de quien lo tenía que llevar nos señalaban con un dedo la ubicación.

-Allí, había un anillero sucio de tierra con el anillo puesto y lo he cogido yo, y es mío y me toca a mi llevarlo…

Nos pareció un poco raro y fuimos a investigar, nos costó mucho encontrar lo que nos quiso decir la pequeña, pero ellos nos acercaron hasta la zona, un haya hermoso daba sombra al anillero que decía mi hija, pude aguantar las nauseas, una mano sucia de tierra salía de entre las raíces del árbol, parecía que quisiera salir por la tierra removida desde dentro pero con poca fortuna…

No hicimos nada ni tocamos nada más, llamamos a los forestales y ellos a ustedes…

La Convención

Un taxi blanco, impoluto, cuidado como un bebé, llega a las puertas de un hotel, el conductor, sin parar el motor cobra a sus pasajeros, saca las maletas del maletero y sin decir palabra se aleja del lugar dejando a sus clientes a merced del aire que sopla en frente a la entrada.

Una puerta de vidrio circular, moviéndose acompasada, da la bienvenida a los viajeros dejando que se adentren en el edificio. Este, sin demasiada iluminación deja que los nuevos inquilinos lleguen hasta la recepción donde les atenderá una respetuosa trabajadora, una llave en forma de tarjeta y un número de habitación de la segunda planta, un bienvenido y disfruten de su estancia es toda la conversación que de ella obtendrán…

Mientras se dirigen hacia el ascensor, varias miradas se clavan en sus caras semi-tapadas por las estrictas mascarillas que en estos tiempos son obligatorias, aunque son los únicos que las llevan. Pueden oírse varias risitas maléficas, murmullos diciendo nombres al azar y algún codazo sorpresivo en el costado seguido del típico ugh! Pero nada detiene a los clientes, necesitan descansar un rato antes de que el evento comience.

En la habitación, una rápida mirada al móvil antes de bajar a la sala de convenciones, varios mensajes sin leer diciéndole lo que deben decir y hacer en todo momento para los siguientes tres días. Llevan toda la presentación preparada hasta el más mínimo detalle, recibieron un email desde Hades.net con la completa interpretación de sus personajes. Parece que una pifia detrás de otra en sus tiradas de dados les ha hecho llegar a esta situación de no retorno, obligados por algo o alguien que no entienden ni conocen pero que les tiene atrapados en su red por sus más íntimos secretos.

Es la hora, última lectura rápida del discurso y bajan sin pensar demasiado en lo que puede suceder después de empezar, todas esas personas expuestas a las palabras dictadas por ese algo o alguien, pero no pueden hacer nada más que seguir adelante. Los nervios colapsan los cuerpos de los personajes, alguna lágrima fugaz baja por la mejilla de uno de ellos, otro resopla sin cesar y el tercero aunque se jacta de no sentir nada, se le ve la mano temblar.

Luces, cámara, silencio en el salón, grabando en 3, 2, 1 acción.

-Bienvenidos a charlas desde Shadowlands soy Fran Valverde y como siempre me acompaña Joaquim…

-Hola bienvenidos, ¿que tal? ¿Cómo estamos?

-Y hoy también está con nosotros y sin que sirva de precedente, ¡el gran Marlock!

-Hooola, me han dejado levantar y salir un ratito a saludar.

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