Condado de Schuylkill: Coaldale

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FICHA TÉCNICA

CARACTERÍSTICAS DE LA POBLACIÓN

Esta población creció desde unos asentamientos que trabajaban la madera hasta convertirse en trabajadores del carbón. Esto fue cambiando de manera orgánica durante más de un siglo, uniendo pequeñas aldeas en esta zona tan ricas de minas de antracita. Esto dio mucha riqueza a la zona y, de hecho, uno de los hospitales estatales de Pensilvania se estableció aquí, intentando mejorar la salud de los trabajadores del carbón. Por desgracia, todas estas ayudas desaparecieron cuando esas minas se agotaron.

Cuando se escindió el municipio de Rahn, a principios del siglo XX, la ciudad de Tamaqua se subdividió en varios fragmentos. Algunas de estas escisiones afectaron al vecino condado de Carbon (con los boroughs de Lansford y Nesquehoning, con los que lindan estas poblaciones también) y construyeron un mapa algo complejo, con Coaldale en el centro, recorrido por vías de tren casi en desuso.

Personaje

Albert Morgan

++Redneck poco espabilado, con gafas de culo de botella y mono de trabajo, muy delgado y agotado de la vida.++

Activista en serie

Albert siempre ha creído en Coaldale. Hijo de mineros, nieto de mineros y bisnieto de mineros, cree fervientemente en que su ciudad es la mejor del mundo. No necesita salir mucho más para saber que es cierto. De hecho, muchas veces escupe en la frontera con Tamaqua, indignado por su posición privilegiada.

Albert trabaja en una gasolinera que amenaza con cerrar por la escasez de clientes. Por ese motivo (y, según se dice a sí mismo, para salvar su pueblo) ha empezado a ir a las carreteras más importantes cercanas (desde la interestatal 81, muy al norte hasta la autopista 443, muy al sur, en el condado de Berks). Se apuesta entre la vegetación después de colocar trampas para provocar accidentes en vehículos. Luego se acerca a los coches siniestrados para asegurarse de sus muertes y se va a su casa tras borrar sus huellas.

Nadie ha conectado las muertes todavía, pero sí que empieza a circular el rumor de que la única vía segura es la autopista 209, que atraviesa su bello pueblo.

Habilidades de investigación: Balística,Historia natural

Habilidades generales: Conducir 8, Estabilidad 2, Mecánica 8, Preparación 4

Modificador de atención: +0.

Modificador de sigilo: +1.

Semilla de aventura

El llanto de los mineros

El antiguo hospital estatal se terminó de construir en 1911, pero ya la zona estaba en un lento declive. En 1922 pasó a manos privadas y, desde entonces, se empezó a derivar los servicios, convirtiéndose en un hospital universitario. Pero estos estudiantes duran poco en las instalaciones, pues se oyen llantos de mineros durante la noche. Pero estos llantos no vienen de antiguos instalaciones ni de un ala abandonada, sino de los propios estudiantes durante las guardias. Aseguran que no saben por qué lloran ni por qué tosen una sustancia negra y pegajosa. Ni siquiera por qué piden ayuda.

Posibles células esoterroristas

• En el sur de la ciudad hay una mina abandonada, pero ingenieros con novedosas formas de extraer material de la tierra parecen interesados por la zona. Montgomery Holmes ha comprado el terreno (pág. 147 de Crónicas de Schuylkill: Agentes Nuevos) y utiliza a sus hombres del Ku Klux Klan para llevar hombres afroamericanos a dichos terrenos y allí sacrificarlos. Está convencido de que la sangre de hombres negros hará resurgir el carbón y hacer rentable otra vez el lugar.
• En las minas abandonadas del norte de la ciudad, justo en el linde con Tamaqua y siempre junto a las vías del tren, están apareciendo cadáveres sangrientos. Han atacado a varios ciudadanos, pero siempre lo ha evitado un hombre musculoso que ha abatido a las criaturas, pidiendo que no cuente nada. Todo esto podría ser una leyenda urbana, si no fuera porque este hombre está repartiendo tarjetas entre las víctimas supervivientes, para que le llamen si ven a otra de esas criaturas. Tarjetas donde pone «5C Asociados».
• La muerte de un minero en la única mina aun activa de la zona pone en cuarentena toda la industria. El resto de compañeros dicen que no hay nada de qué preocuparse. Fue un accidente normal y corriente y una gran pérdida necesaria. «Alabado sea Mammon», añaden los demás.

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