Avance editorial: Cthulhu d100

Seguimos en plena preventa de la campaña Vástagos de Shub-Niggurath, que incluye la posibilidad de comprar la edición especial en papel que estamos lanzando del sistema Cthulhu d100. Y para seguir alimentando el hype, a continuación os ofrecemos un avance del manual de juego. Esperamos que os guste.

¿Por qué otro juego de los Mitos?

Damos por hecho que estás familiarizado con el mundo de los Mitos de Cthulhu y, muy probablemente, con otros juegos de rol que también tienen estos como ambientación. Lo primero que tenemos que dejar claro es que lo que tienes en tus manos (pantalla) no es un manual completo. Es solo un reglamento para ayudarte a situar tus partidas, pero no vas a encontrar capítulos con información general sobre la cosmología de Lovecraft, el panteón de dioses y primigenios, ni cómo crear escenarios de investigación. Damos por hecho que ya sabes todo eso. Solo te ofrecemos dos secciones cortas que tratan sobre algunas de las criaturas y sobre los tomos arcanos (por motivo de la situación de algunos de los derechos de autor, es posible que eches de menos algún clásico).

Cthulhu d100 es un reglamento completo que te ayudará a situar tus partidas en los mundos de los Mitos de Cthulhu de forma fácil y ágil, y te permitirá utilizar material comercial disponible para los juegos más conocidos situados en ese mismo entorno.

En cuanto a las reglas de estabilidad mental, vas a encontrar una mecánica básica tradicional, que sigue la visión más ortodoxa, y otra completamente nueva creada desde cero y que, en nuestra humilde opinión, refleja mejor el lento (o rápido) descenso a la locura de los personajes.

Providence

Me sonaban, por supuesto que me sonaban. Toda aquella retahíla de nombres impronunciables que mi garganta nunca sería capaz de reproducir y que, si lo fuera, preferiría no hacerlo. «¿Esto es lo que quiere?», pregunté conociendo la respuesta de antemano. El hombre se tomó su tiempo para responder. Se llevó un cigarrillo a los labios y lo encendió haciendo pantalla con una mano para proteger la llama del encendedor. Por costumbre supongo, pues no hacía viento dentro de mi despacho. Solo frío. Un inusual frío. El reflejo del fuego me concedió un fugaz vistazo a los rasgos del desconocido. Sus cicatrices me convencieron de que sabía de lo que hablaba. Y de que si había llegado hasta aquí, no se iba a ir por el mismo camino sin haber logrado antes su objetivo. «Sí», me regaló por fin en tono lacónico. «¿Está seguro?». Otra vez me hizo esperar. Se retiró el cigarrillo de la boca con parsimonia y se permitió espirar una abultada vaharada de humo blanco antes de volver a hablarme. «El público tiene derecho a saber. Y Vd. tiene el conocimiento. Y los contactos. Escriba el libro. Quizá no le vea utilidad hoy, ni mañana. Pero llegará el día en que la gente lo necesitará, y cuando llegue ese momento no habrá tiempo para empezar de cero. Escríbalo. Y empiece hoy».

Ahora miro al cielo, y no lo reconozco. Aquel extraño tenía razón, el día está llegando. No sé si el conocimiento nos salvará, pero al menos tendremos una oportunidad.

Deja un comentario

Artículo añadido al carrito.
0 artículos - 0,00
A %d blogueros les gusta esto: