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Existe un canal natural de electromagnetismo que fluye por el mundo como una gran carretera de información. Es denominado por todos los robotta el «Gran Flujo».
El Gran Flujo
En Robotta esta estructura bipolar se ha quebrado, existiendo al menos ocho polos positivos y ocho negativos en el planeta, que se desplazan de manera lenta e impredecible mientras se funden y separan nuevamente. Esto genera una magnetosfera terrestre frágil y muy cercana a la también debilitada atmósfera. Por ello, el planeta se encuentra expuesto de gravedad a las partículas solares y la radiación cósmica.
Cada uno de los dieciséis polos del planeta se compone de unas imaginarias líneas de campo que indican la dirección de su flujo magnético, y que constituyen canales de información que los robotta utilizan como una inmensa red de datos artificial. Esta red podría parecerse a la actual internet, pero sin la limitación de los buscadores tradicionales; es una internet total. Dicho entramado de líneas se aúna en el núcleo del planeta y luego resurge a través de cualquier campo magnético de manera caótica como un todo.
Utilidades
- Información: El Gran Flujo es un mar de servidores magnéticos, un inmenso disco duro virtual en el que almacenar, copiar o borrar información.
- Comunicación: Conectarse al Gran Flujo ofrece la posibilidad de comunicarse con otro robotta, robot u ordenador que se encuentre enlazado.
- Energía: El Daemyr puede adentrarse y conseguir energía electromagnética para una recarga mínima antes de quedarse sin energía y colapsarse.
Ecos
Cuando un Robotta muere su Daemyr puede ser atraído magnéticamente por el Gran Flujo y conservar su coherencia. Fantasmas virtuales que pueden irrumpir en las comunicaciones e intentar participar de la vida exterior antes de degradarse por completo.
¿Cómo es el Gran Flujo?
Es como si en el interior de la tierra hubiera una luna virtual con sus mares, continentes y geografía. Los mares son los datos de información diluida. El terreno sólido son circuitos llenos de nodos de energía, quizá algunas naciones hayan programado dichos circuitos para crear matrices estables, para poder entrar desde el exterior y llevar una vida paralela, experimentar fantasías o jugar con juegos hiperrealistas.
Entre distintos sectores de la población robotta que se relacionan directamente con el Gran Flujo existe un temor creciente que debe ser mencionado: que Élementh infecte el Gran Flujo y, con ello, devaste la población mundial de robotta.
La muerte desde el cielo
En Robotta existe una altura mortal en el planeta: los 3000 m sobre el nivel del mar. A cualquiera que sobrepase siquiera un metro esa altitud, un láser de hasta medio metro de diámetro y fulminante precisión lo atravesará con una potencia devastadora, impidiendo su ascenso y, probablemente, acabando con su vida.
Está generalmente aceptado que el origen de estos rayos mortales radica en una hipotética red de satélites de procedencia desconocida que cubre el planeta como una malla. Hasta el presente no se conoce a nadie que haya logrado localizar, hackear o eliminar la causa de estos rayos. Sin embargo, se tiene constancia de expertos pilotos que han osado burlar los dos primeros kilómetros de disparos láser en naves de alta velocidad.
De sus experiencias se deduce que, a 3 km de altura, esos satélites comienzan a disparar a un ritmo que solo podrían esquivar extraordinarios pilotos. A 5 km la cadencia de fuego convierte el ascenso en una locura incuestionable: con más de cien disparos por segundo, alcanzar la atmósfera exterior es algo imposible.
El límite es de 3000m, dejando a las enormes montañas que sobrepasan esa altura en zonas inaccesibles para los robottas. algunas están quemadas y desiertas y otras muestran belleza exuberante de vegetación y vida. Habladurías cuentan de la existencia de arcas en esos refugios, aunque nunca nadie ha bajado para ofrecer pruebas de que allí exista nada.
Luces en la luna
Cualquier robotta curioso que haya mirado al cielo nocturno habrá observado ciertos destellos de luz en las zonas de la luna donde reina la oscuridad. Unos inquietantes centelleos que intrigan a los robotta desde hace décadas.
No existe ningún telescopio óptico hasta el presente que pueda arrojar información al respecto y, como se ha expresado antes, ningún tipo de onda de radio proviene del exterior del planeta. No obstante, esas luces existen.
Los Mahamonth
Los mahamonth son un tipo de robotta, o robot, distinto a todos los demás en el planeta. Tienen un tamaño descomunal. Para ofrecer una referencia, el mahamonth más pequeño conocido alcanza los 974 m de altura y el más grande supera los 1800 m. Nadie sabe si son robotta o robots, pero el que se ha acercado ha sido absorbido o reciclado.
Aniquilan a todo el que les hace frente, caminando por el mundo con indiferencia trazando rutas enigmáticas marcando la Tierra a cada paso. Se conoce de 16 unidades y se cree que tubieron una decisiva participación en la Gran Guerra Robotta.
De los 16, once están en hibernación mientras que los demás están desaparecidos desde hace años. Pero cinco mahamonth están despiertos, y con cada paso que dan por el mundo, avanzan como dioses todopoderosos que no desean nada. O casi nada.
5 mahamonth conocidos
Tres de estos inmensos mahamonth siguen un recorrido cíclico que tardan años en completar. Caminan con sus largas extremidades acompañados por cientos de satélites y naves que orbitan a su alrededor. Son misterios andantes que los robotta no comprenden y a los que algunos adoran como a dioses creadores. Cada movimiento suyo hace temblar el suelo. Un mahamonth es, en sí mismo, imbatible: quien se cruza en su camino, sea un simple robotta errante o una próspera ciudadela, puede considerarse reciclado. Por ello, merece la pena conocer sus recorridos.
Uno se autodenomina Belthaine y se ha establecido en lo que hace milenios se conocía como Nueva Zelanda. Llegó hace treinta y dos años a una ciudad libre robotta llamada Nussaer y, tras conquistarla sin esfuerzo, se sentó en el centro dando una simple orden a sus habitantes: «¡Reparadme!».Y allí sigue plantado, con una nación a su alrededor que se ha extendido como un emplazamiento destinado a su restauración. Miles de robotta consagrados desde hace décadas a reparar un colosal mahamonth que aparenta hallarse en estado latente, esperando a cumplir el propósito el director/a de juego considere para él.
El otro no ha tenido el buen gesto de ponerse nombre para que las naciones robotta puedan referirse a él con propiedad. Tan solo se ha ubicado al lado de un arca junto a una muralla de piedra de excepcional antigüedad, en lo que hace años fue la frontera entre China y Mongolia. Una mole de 1030 m de altura sobre un arca que destruye todo lo que detecta acercándose a esta. Las razones de por qué ese mahamonth se ha propuesto defender esa arca en particular son pura especulación, pero no son pocos los robotta que propagan el rumor de que en esa arca en concreto es donde reside Álteron.
No se tiene constancia de ninguna conversación con estos seres llevada a cabo con éxito, de manera que los debates sobre si son robotta o robots abundan entre las naciones y crean multitud de leyendas como resultado.
Un sexto mahamonth se mantiene ajeno al resto, pues nadie sabe con certeza si lo es o no. Los robotta locales lo llaman Riobe, que en su dialecto significa «el cubo negro». Riobe es un inmenso cubo compuesto por piezas de alta tecnología de trescientos metros de lado. Por momentos ilumina partes de su interior y sus líneas externas, y muestra composiciones similares a circuitos inmensos y grafías desconocidas. Partes de Riobe se mueven y desplazan para encajarse, lo que crea espacios vacíos o hace que se desprendan fragmentos que orbitan a su alrededor para volver a acoplarse minutos más tarde. Las tribus robotta locales nunca se acercan, lo consideran un dios caído, un demonio durmiente de la destrucción. Está enclavado en la antigua ciudad de Kisiju, en el olvidado país de Tanzania, semisumergido en la costa. Muchas naves mercenarias y carroñeras se han acercado a él para buscar restos o fortuna. Algunos dicen haber vuelto con joyas tecnológicas de su interior. Otros nunca regresaron.